Cada mes, fallece un promedio de 15 personas en situación de calle en el país. Rara vez sus restos son reclamados por alguien. Esto, sigue la línea de una vida en la que también se advierte una falta de soluciones de apoyo.

En tal sentido, el proyecto del Mausoleo Dignidad, hace bastante tiempo dejó de ser un proyecto, cuenta Francisco Román, director de la Fundación Gente de la Calle, respecto de una revolucionaria iniciativa que busca levantar un panteón dedicado a las personas en situación de calle como solución funeraria.

Es decir, el proyecto busca que el destino final de las personas que fallecen en el anonimato de las calles y en la indigencia, cuente con un espacio definitivo y no acaben en una fosa común.

Con el trabajo voluntario de arquitectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica y aportes de la sociedad civil, la Fundación ya cuenta con el compromiso del camposanto de Recoleta y la obra de diseño avanza, cuenta Román.

Agrega que, mientras cifras oficiales hablan de unas 15 mil personas viviendo en la calle, otras estadísticas hablan de por lo menos 20 mil, lo que indica que la capacidad de respuesta del gobierno a través de programas asistenciales en invierno y otras medidas sanitarias como “Noche digna”, apenas alcanza para cubrir a una tercera parte de albergue y apoyo en estas contingencias como el deceso, afirma el activista.

En ese sentido, la iniciativa de las sepulturas ha levantado otras discusiones invisibilizadas en el camino, expresa el director de la ONG, quien ha expuesto en diversos seminarios sobre la realidad de la gente de la calle y sus circunstancias más recientes. Es decir, ¿cuál es el fenómeno detrás de las carpas que acampan en los parques de la capital?, ¿qué sucede con estas personas que habitaban zonas afectadas por el estallido social de octubre pasado?, ¿cómo afecta la pandemia del coronavirus a una población que no entra en las políticas sanitarias porque no son parte de catastros ni listas de beneficencia?, entre otras cuestiones.

El trabajador social se refiere a estos asuntos como una problemática que cruza pobreza, enfermedad, muerte y dignidad, que requiere soluciones institucionales relevantes. “Nuestro propósito es, en un horizonte temporal de 10 años, erradicar la situación de calle en nuestro país, de tal modo que ningún ciudadano por su condición de vulnerabilidad social, cultural, económica o de salud; deba vivir y morir en la calle”, explica.

EN BUSCA DE UN BUEN MORIR

El Mausoleo Dignidad ha sido proyectado por los arquitectos Diego Grass, Thomas Batzenschlager y Joaquín Serrano, bajo el patrocinio del director de la escuela de la especialidad de la Universidad Católica, Luis Bresciani. Tras adjudicarse fondos dedicados a la investigación y la creación, el proyecto del camposanto busca hacer del concepto de la dignidad algo menos abstracto.

El anteproyecto muestra una intervención en el muro perimetral del Patio San José del cementerio, actualmente una derruida pasarela, que espera convertirse en el principal bloque en el que se instalarán espacios para las sepulturas. El entorno, totalmente transformado, presenta un moderno paisajismo, áreas verdes mejoradas y espacio para una capilla y otras ceremonias además de otro dedicado a la exposición de objetos y fotografías que funcione como un hito de memoria para las personas que, muchas veces, vivieron en el punto ciego del ojo de la sociedad.

Un importante avance a nivel de empatía y mejora en las condiciones -al menos de la vida- de la gente en situación de calle que demuestra que el interés colectivo y el diálogo es un buen inicio para concretar una mejor sociedad, cree el asistente social con especialización en Planificación Social y estudio de Mediación Familiar.

“El Mausoleo Dignidad ha visto facilitada su concreción gracias a la conversación política con los responsables del Cementerio General, el apoyo del alcalde de Recoleta y las campañas que hemos llevado adelante con la empresa privada, pero principalmente porque está creciendo esta conciencia social entre la ciudadanía”, remarca.