Pese a que no tendrán justicia en el sentido de ver a sus agresores pagar con cárcel y otra sanción los abusos sexuales o violaciones de las que fueron objeto hace décadas, las víctimas de sacerdotes que ya han fallecido buscan con sus acusaciones evitar que estos actos se repitan y dimensionar el nivel que abarca esa práctica en la iglesia católica.
Así lo plantea el miembro de la denominada Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, Helmut Kramer, quien afirma que los nuevos casos de eventuales abusos en contra de clérigos que murieron antes de que hablaran sus acusadores están en la etapa de “verbalizar lo ocurrido” y analizar futuras acciones ante la justicia civil o eclesiástica.
“Nuestra invitación siempre ha sido a poder denunciar a quienes han sido sus agresores, independiente de si están vivos o muertos. Esto ayuda en el proceso de sanación y, por otro lado, el denunciar en la fiscalía ayuda a que ellos puedan armarse una visión global en torno a los casos de abuso eclesiástico y de encubrimiento”, indicó el vocero a La Tercera PM.
De ahí que la denuncia de la teóloga Marcela Aranda en contra del ex capellán del Hogar de Cristo, Renato Poblete, quien murió en 2010 y suma otras 10 presuntas víctimas, han aumentado las acusaciones en contra de otros presbíteros fallecidos como el jesuita Gerald Fitzpatrick, fallecido en 2012, aunque aclaran que los hechos no pudieron ser acreditados.
A ellos se suma el ex miembro de la institución, Felipe Denegri Morales, quien falleció en 2016, y respecto al cual se inició una investigación al interior de la Compañía de Jesús.
En otras congregaciones la situación se repite, como en los Hermanos Menores Capuchinos, recibieron una denuncia contra de uno de sus miembros, aún no identidicado, que ya murió.
En marzo pasado, la Provincia Mercedaria de Chile informó mediante un comunicado la denuncia contra el sacerdote fray Arturo Galaz, fallecido en 2002.
Así lo plantea el miembro de la denominada Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico, Helmut Kramer, quien afirma que los nuevos casos de eventuales abusos en contra de clérigos que murieron antes de que hablaran sus acusadores están en la etapa de “verbalizar lo ocurrido” y analizar futuras acciones ante la justicia civil o eclesiástica.
“Nuestra invitación siempre ha sido a poder denunciar a quienes han sido sus agresores, independiente de si están vivos o muertos. Esto ayuda en el proceso de sanación y, por otro lado, el denunciar en la fiscalía ayuda a que ellos puedan armarse una visión global en torno a los casos de abuso eclesiástico y de encubrimiento”, indicó el vocero a La Tercera PM.
De ahí que la denuncia de la teóloga Marcela Aranda en contra del ex capellán del Hogar de Cristo, Renato Poblete, quien murió en 2010 y suma otras 10 presuntas víctimas, han aumentado las acusaciones en contra de otros presbíteros fallecidos como el jesuita Gerald Fitzpatrick, fallecido en 2012, aunque aclaran que los hechos no pudieron ser acreditados.
A ellos se suma el ex miembro de la institución, Felipe Denegri Morales, quien falleció en 2016, y respecto al cual se inició una investigación al interior de la Compañía de Jesús.
En otras congregaciones la situación se repite, como en los Hermanos Menores Capuchinos, recibieron una denuncia contra de uno de sus miembros, aún no identidicado, que ya murió.
En marzo pasado, la Provincia Mercedaria de Chile informó mediante un comunicado la denuncia contra el sacerdote fray Arturo Galaz, fallecido en 2002.