La embajada de Estados Unidos en Birmania advirtió este domingo por la noche de movimientos de tropas y posibles “interrupciones de telecomunicaciones” en Rangún, la capital económica, lo que hizo temer que el ejército incremente la represión de las protestas contra el golpe de Estado.
“Hay señales de movimientos militares en Rangún y la posibilidad de interrupciones en las telecomunicaciones en la noche de las 1:00 a las 9:00” locales del lunes, tuiteó la delegación diplomática.
Un poco antes, se avistaron tanques por las calles de Rangún, la principal localidad del país, sometida a un toque de queda desde las 20:00.
DISPAROS
En el norte del país, las fuerzas de seguridad dispersaron a una concentración disparando contra los manifestantes, según informó este domingo una periodista local.
“Primero lanzaron gases lacrimógenos y luego dispararon”, declaró a la AFP la reportera, aunque no pudo precisar si los agentes dispararon balas o pelotas de goma.
Cinco periodistas fueron arrestados en esa concentración, según la prensa local.
La situación en Birmania ha sido objeto de numerosas condenas internacionales en las últimas dos semanas, pero que no tuvieron efecto en los militares.
Este domingo, varias embajadas de países occidentales instaron al régimen militar a “no recurrir a la violencia” contra los manifestantes.
“Llamamos a las fuerzas de seguridad a no recurrir a la violencia contra los manifestantes, que protestan contra el derrocamiento de su gobierno legítimo”, según un comunicado difundido en Twitter de las representaciones diplomáticas de Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña.
“FUGITIVOS”
En Birmania, donde las últimas revueltas populares fueron atajadas a sangre y fuego por los militares, en 1988 y 2007, numerosos ciudadanos dan cuenta del miedo que sienten a las represalias por parte de las autoridades, y más aún teniendo en cuenta que la movilización contra el golpe de Estado, que derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi el 1 de febrero, no pierde fuelle.
Este domingo, por noveno día consecutivo, los birmanos salieron a la calle por miles.
En Rangún, los manifestantes se reunieron en varios lugares, entre ellos cerca de la famosa pagoda Shwedagon, para exigir el regreso de la democracia y la liberación de su líder.
Cerca de la estación central de ferrocarril, los residentes bloquearon una calle con troncos de árboles para impedir que la policía entrara en la zona, e impidieron que los agentes de policía hicieran volver al trabajo a trabajadores ferroviarios en huelga.
La junta dirigida por el general Min Aung Hlaing publicó una lista de siete de los activistas más destacados del país, a los que busca activamente por promover las protestas.
“Si encuentran a alguno de los fugitivos mencionados o si tienen alguna información sobre ellos, preséntense en la comisaría de policía más cercana”, decía este domingo un comunicado en los medios estatales. “Los que los alberguen se enfrentarán a medidas de acuerdo con la ley”.
Desde el inicio del movimiento, los militares ya han detenido a unos 400 políticos, activistas y miembros de la sociedad civil, entre ellos periodistas, médicos y estudiantes.
La lista de siete “fugitivos” incluye a Min Ko Naing, una figura del movimiento estudiantil de 1988, que pasó más de diez años en prisión.
“Detienen a la gente por la noche y tenemos que tener cuidado”, declaró horas antes de que se emitiera su orden de detención, en un vídeo publicado en Facebook el sábado, violando la prohibición de la Junta de utilizar la red social.
“Podrían reprimir con fuerza y tendremos que estar preparados”, añadió.
PODERES DE EMERGENCIA
El viernes por la noche surgieron espontáneamente en toda Birmania comités de vigilancia ciudadana en los barrios en caso de que las autoridades realicen operaciones de detención de opositores.
“No nos fiamos de nadie en este momento, especialmente de los que llevan uniforme”, dijo Myo Ko Ko, miembro de una patrulla callejera en un distrito del centro de Rangún.
La Junta afirma haber tomado el poder de acuerdo con la Constitución y ordenó a los periodistas que dejen de calificarla como un “gobierno golpista”.
Acusada de haber importado ilegalmente walkie-talkies, Aung San Suu Kyi se encuentra en arresto domiciliario en Naipyidó, la capital administrativa del país, y está bien de salud, según su partido.
Birmania ha estado gobernada por militares durante casi cincuenta años desde su independencia, en 1948.