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Del New Deal al plan de Biden, una historia de los estímulos en EEUU

El plan de ayuda de 1,9 billones de dólares del presidente norteamericano, impulsado para reactivar la economía ante la pandemia de Covid-19, es el último de una larga lista de incentivos promovidos por los mandatarios estadounidenses a raíz de una crisis.
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El plan de ayuda de 1,9 billones de dólares del presidente Joe Biden, impulsado para reactivar la economía ante la pandemia de Covid-19, es el último de una larga lista de estímulos promovidos por los mandatarios estadounidenses a raíz de una crisis.

Estos son algunos de esos planes aprobados en la mayor economía mundial.

NEW DEAL

La historia reciente de los estímulos económicos estadounidenses empezó tras el “crac bursátil” de 1929, que acabó con la mitad del valor de la bolsa de Nueva York y se considera el detonante de la Gran Depresión.

Con casi uno de cada cuatro estadounidenses desempleados, Franklin D. Roosevelt llegó a la Casa Blanca en 1933 y lanzó el New Deal (Nuevo Trato), un programa de préstamos y gastos de una magnitud sin precedentes en aquel momento.

El plan incluyó programas ampliamente financiados por el gobierno para crear empleos en sectores como los servicios públicos y las artes.

En el marco de aquel proyecto se crearon la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos y la Corporación Federal de Seguro de Depósitos para regular los bancos y las operaciones bursátiles.

La crisis económica estadounidense no se detuvo, sin embargo, hasta la gran movilización provocada por la Segunda Guerra Mundial.

RECORTES DE IMPUESTOS DE FORD Y REAGAN

Los presidentes republicanos Gerald Ford y Ronald Reagan decidieron recortar impuestos cuando Estados Unidos cayó en recesión en los años 1970 y 1980, pero con enfoques y resultados distintos.

Para impulsar el consumo durante la recesión de 1974 y 1975, Ford recurrió a créditos fiscales y a un aumento de las deducciones de impuestos que, según el grupo de expertos progresistas Economic Policy Institute (EPI), provocó una recuperación impulsada por el consumo.

Reagan, que llegó al poder en 1981, pidió al Congreso que recortara los impuestos antes de que el país entrara en recesión meses después. El presidente alegó que esa medida aumentaría las inversiones y el consumo, permitiendo un crecimiento económico.

El EPI considera que las reducciones fiscales de Reagan estuvieron dirigidas a los más ricos y no fueron acompañadas de otras medidas de estímulo, como una extensión de los subsidios por desempleo.

La política de Reagan llevó a un mayor desempleo antes del final de la recesión en 1983 aunque, según el EPI, la política restrictiva aplicada entonces por la Reserva Federal también desempeñó un papel en aquellos eventos.

GEORGE W. BUSH, DEVOLUCIÓN DE IMPUESTOS

George W. Bush asumió la Presidencia con un superávit presupuestario en 2001, pero poco antes de que Estados Unidos entrara en recesión. El mismo año de su llegada al poder bajó los impuestos para todos los ciudadanos del país y lo volvió a hacer en 2003.

El gobierno también hizo devoluciones fiscales a los contribuyentes, un anticipo de los cheques de estímulo de años más recientes.

Estaba previsto que los recortes de impuestos de Bush expiraran en 2010, pero después de algunas disputas entre demócratas y republicanos en el Congreso, un acuerdo en 2012 hizo que alrededor del 82% de ellos se mantuviera de forma permanente, según el Centro de Presupuesto y Prioridades Políticas.

El grupo de expertos The Tax Foundation atribuye a Bush la convicción de que la clase media debía pagar un nivel de impuestos más bajo, una idea que sobrevivió al final de su Presidencia en 2009.

BUSH Y OBAMA EN LA GRAN RECESIÓN

Antes de que Bush dejara el cargo, el país se vio azotado por una combinación de catástrofes financieras e inmobiliarias que se convirtieron en la crisis financiera mundial de 2008.

En sus últimos meses de mandato, Bush firmó una ley de estímulo de 152.000 millones de dólares, de los cuales dos tercios estaban compuestos por cheques de estímulo directo a los estadounidenses.

Ante el agravamiento de la crisis tras su toma de posesión en 2009, Obama supervisó la aprobación de un plan de 831.000 millones de dólares que incluía recortes fiscales, gasto en infraestructuras, ampliación de las prestaciones por desempleo, ayuda a los estados y un número limitado de cheques de estímulo, todo ello destinado a frenar los despidos y fomentar la contratación.

Esas medidas no fueron, sin embargo, suficientes para sofocar la crisis, y algunos sectores de la economía tardaron años en recuperarse de los daños de la recesión.

PANDEMIA DE COVID-19

Mientras la pandemia de Covid-19 provocaba la mayor recesión desde la Gran Depresión, el presidente Donald Trump firmó en marzo de 2020 un plan de ayuda de 2,2 billones de dólares.

La medida incluyó el envío de cheques de estímulo de hasta 1.200 dólares a cada estadounidense, amplió la red de seguridad contra el desempleo y ofreció préstamos y subvenciones a las pequeñas empresas.

La ley estaba pensada para afrontar las consecuencias de la pandemia, pero, como la crisis se prolongaba, el Congreso tuvo que aprobar en diciembre otro plan de 900.000 millones de dólares, que incluyó cheques de estímulo por valor de 600 dólares y una extensión de los programas de subsidios de desempleo y de ayudas a las pequeñas empresas.

Al asumir el cargo en 2021, Biden instó al Congreso a aprobar su programa de 1,9 billones de dólares, argumentando que era necesario para mantener la recuperación.

Si se aprueba definitivamente, el proyecto de Biden mantendrá muchos de los programas anteriores, reforzará la campaña de vacunación contra el Covid-19, repartirá cheques de hasta 1.400 dólares a muchos estadounidenses y concederá ayudas a los gobiernos estatales y locales con problemas de liquidez.

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