El Vaticano aprobó este lunes que los sacerdotes católicos puedan administrar bendiciones a parejas del mismo sexo, como también a aquellas en situación “irregular”, siempre y cuando dichas bendiciones no formen parte de un ritual o liturgia de la Iglesia.

La Congregación para la Doctrina de la Fe llevaba 23 años sin publicar una “Declaración”, desde la “Dominus Jesus”, en el año 2000. Bajo el título “Confianza suplicante”, la declaración elaborada por el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, actual prefecto de la congregación, indica que los sacerdotes “no deben impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a las personas en cualquier situación en la que puedan buscar la ayuda de Dios a través de una simple bendición”, según consignó la BBC.

“Se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo sin convalidar oficialmente su estatus ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”, agrega.

La bendición no puede estar vinculada a una ceremonia de matrimonio civil, como tampoco puede llevarse a cabo con vestimentas, gestos o palabras “propias de una boda”. Por ello, el Vaticano esclareció que la acción no puede ser confundida con la institución del matrimonio, la cual es definida como “la unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos”, recogió Emol.

“Solo en este contexto, las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”, añade el documento de nueve páginas.

En concreto, la bendición entregada a las parejas “irregulares” consistirá en una “oración breve” y “espontánea” en la que el cura podrá pedir “paz, salud, espíritu de paciencia, diálogo o ayuda mutua” a sus miembros. De esta manera, la Congregación aclara que el gesto “nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión ni tampoco en conexión con ellos”.

“No se pretende legitimar nada, sino solo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio”, indica el prefecto.

El documento finaliza con un escrito del Papa Francisco: “Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir”, cierra.