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Las definiciones de “Checho” Hirane en tiempos de crisis

El conductor del programa “Conectados con Agricultura” trata de desintoxicarse de la información en vacaciones. También del trolleo permanente que recibe por mantener una opinión a contrapelo con la corrección progresista. En coversación con La Nación reitera sus recomendaciones para recobrar la paz social y la relativa urgencia que tiene definir un camino constitucional
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Durante sus vacaciones en el sur de Chile, Sergio “Checho” Hirane, hombre ancla de Radio Agricultura, quería estar sin diarios, noticias, ni posibilidad de contacto con el exterior. Este conductor genera polémica por su permanente defensa de las libertades económicas, la necesidad de un orden social a toda costa o por criticar una innecesaria discusión sobre un proceso constituyente.

Cada cierto tiempo, cuando Hirane, quien conduce el programa “Conectados con Agricultura”, abre la línea telefónica o escribe un tuit, recibe de vuelta todos esos “saludos” de parte de sus detractores al aire. Fue durante su cumpleaños, hace muy poco, que, junto con agradecer a sus auditores, repasó también a quienes “tienen el alma envenenada” y le manifiestan su odio y otros deseos.

“Cuando publico algo en Twitter recibo 500 respuestas de vuelta y no me alcanza el tiempo para leerlas todas, sin embargo la mayoría suelen ser parte de la conversación porque la tendencia siempre es que te siga gente que piensa como tú. Pero de ese total, hay un 10% que me ataca, me saca la madre o me desea la muerte… no me preocupa, porque es gente cobarde que se esconde detrás de un seudónimo o ni siquiera ponen su foto. En cambio yo, siempre me he hecho cargo de lo que digo sin ofender ni violentar a nadie y creo que así debería ser vivir en democracia, un espacio donde se pueda pensar distinto sin que te deseen el mal y donde exista toda esta odiosidad”, cree el recordado humorista en conversación con La Nación. “Cuando la sociedad se polariza tanto en sus opiniones, todos te aman o todos te odian, no hay términos medios. Esto estaba pasando independiente del estallido social y por eso es que persisto en una línea de defensa de la libertad, porque creo que desarrollar una sociedad es mucho más que sacar gente de la pobreza. Hay evidencia empírica que me da la razón respecto de la situación que viven países que han optado por líneas de Estado que prefieren repartir la miseria como en el caso de Venezuela y yo no quiero eso para mi país. Aunque hay que reconocer que el sistema de libre mercado provoca algunas injusticias que hay que evitar”, dice sobre los monopolios, la colusión, la corrupción y otras diferencias sociales.

En ese aspecto, se desmarca también de cualquier caricatura marxista acerca de una nueva Cuba o un regreso de Chile a los días de la Unidad Popular.

“No creo que esa sea la figura, para nada. Lo que sí existe es un grupo que tiene añoranzas de ese tipo de proyectos y de una dictadura del proletariado que proviene desde grupos como el Partido Comunista o el Frente Amplio. Lo que el resto de los chilenos añoran es que nadie abuse más de ellos, que nadie les cobre de más en las carreteras, que no se los caguen con nuevas alzas o los intereses de los bancos. Las necesidades de las clases medias de hoy son distintas de las del Chile de la Unidad Popular”, remarca.

Reconoce en titulares de diarios y noticieros a sectores “bastante izquierdizados” que avivan las llamas del estallido social. “Se ha minimizado un tipo de violencia al que han llamado a protestas pacíficas o a simples disturbios, cuando se trata de las noches más violentas que hemos tenido hasta ahora. Eso es un tipo de desinformación que faculta que un bloque de violentistas tenga la espalda suficiente para salir a las calles a quemar la ciudad”, reflexiona.

“Es el resto de la gente la que sufre las consecuencias. Gente que ya no puede más con el caos y de cuyos derechos humanos parece que nadie se preocupa”, agrega Hirane.

La urgencia para él pasa por recuperar la paz social y no necesariamente por cosas secundarias como reformar la PSU o normar un plebiscito constituyente. Su severa crítica apunta a oposición y oficialismo por perder el norte en esa materia. Él mismo se reconoce como un desencantado de la gestión del Presidente Sebastián Piñera, por quien hizo una entusiasta campaña desde su primera administración. Las débiles cifras actuales de apoyo al Mandatario para él tienen una lógica que es propia de una fuga de sus propios votantes.

“El Presidente ha perdido el apoyo de la misma ciudadanía que lo llevó a La Moneda. Quienes lo apoyaron son testigos de que gran parte de este segundo periodo, Piñera se la ha pasado más haciendo gestos a la izquierda que considerando a sus propios partidarios. Quizás pensando que iba a sumar votos así, perdió ese enfoque original. Muy por el contrario, la oposición le ha respondido con una seguidilla de acusaciones constitucionales a su persona y a su gabinete”, describe sobre lo que para él es una verdadera crisis.

Va más allá reclamando que, en cuanto a su sector, “tarde nos dimos cuenta de que no dio el ancho para enfrentar a una oposición que busca frenar el desarrollo”, cree.

“Checho” Hirane reconoce que el Jefe de Estado sí se ha preocupado de defender un modelo de sociedad libre en el que las personas son las que deciden su futuro y desarrollo.

“ES IMPORTANTE QUE SE RECHACE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN”

En cualquier caso, el origen de esta crisis tiene responsabilidades compartidas, estima. Es el padrón chileno el que no ha sido consecuente votando por autoridades cuestionadas y quienes los vienen decepcionando hace 30 años o más.

“La democracia tiene mecanismos propios para enfrentar estas crisis, por eso me extraña que si la gente está chata con los mismos políticos, siga votando por ellos. No porque no me gustan los actores políticos que yo mismo elegí, voy a salir a quemar el país. Todos podemos salir a protestar para manifestar que los políticos no nos representan y es un hecho constatable de la causa que los políticos viven totalmente desconectados de la realidad, en una burbuja. Que no saben lo que es hacer una cola para atención médica, que nunca han andado en micro, etcétera. Entonces, si sabes que son personajes que han sido procesados, que son corruptos, o que se han financiado ilegalmente, lo que debes hacer es cambiarlos en la elección”, remarca este economista, magíster en comunicación política y también reservista del Ejército.

Se detiene en el aspecto de esta crisis institucional que se relaciona con la policía chilena con un matiz relevante en cuanto a lo que, cree, es el sesgo comunicacional operando en la creación de una opinión ciudadana sobre el actuar de carabineros e impulsando una crítica ante un legítimo uso desproporcionado de la fuerza, dice.

“No puedes tener a la policía escapando de los violentistas. Hoy la policía está desbordada y no tienen como acatar una orden para mantener el control. ¿Cómo es posible? Deberían contar con todas las armas. Cuando ves una película y ganan los malos, estás ante una mala película, ¿verdad? En la realidad el libreto es el mismo: son los buenos los que deben ganar siempre. Ahí tienes tu ese llamado absurdo sobre ‘el uso desproporcionado de la fuerza’….¿pero cómo el uso de la fuerza policial va a ser proporcional al de un grupo de delincuentes? Debe ser desproporcionada para que los buenos ganen. Proporcional sería si fuera una lucha cuerpo a cuerpo: un carabinero contra un ladrón a puñetazo limpio, pero si tienes a una turba de veinte contra cinco carabineros, ¿cómo les vas a exigir una fuerza proporcional?”, se pregunta.

“Es evidente que si han existido prácticas policiales fuera de todo protocolo estas deben ser denunciadas y condenadas porque la potestad de la fuerza no es un atributo para que las policías puedan hacer lo que quieran. Una cosa distinta es que le quitemos las armas a la policía y que los atemos de manos ante una bomba molotov u otro ataque. Nadie tiene derecho a pedirle a un carabinero que arriesgue su vida por nada y menos por los míseros sueldos que gana la policía en Chile. En otros países un policía tiene derecho a disparar por la mitad de la amenaza que representa un atacante acá y por eso hay un respeto, un temor de faltarle el respeto a un policía”, destaca.

Usted se declara contrario a un proceso constituyente desde el inicio de la discusión. ¿Cuál es su postura hoy con el proceso en marcha? -Creo que, así como están dadas las condiciones, es importante que se rechace una nueva Constitución. Ante un proceso que va a tardar otros dos años, esta incertidumbre resultará nefasta para la economía si consideramos que ya hoy estamos creciendo prácticamente nada. Nadie va a estar dispuesto a invertir en Chile si desconoce ciertas definiciones finales, si algunos buscan crear todo a partir de una página en blanco y cuestionan hasta el derecho de propiedad. Creo que cambiar la Constitución no es algo urgente como sí lo son otras demandas de la ciudadanía. No entiendo ese afán. Quizás, en condiciones normales podría cuestionarse la legitimidad del origen de la Constitución (…) pero el país no está trancado por causa de esta Constitución. Eso es una mentira. Perfectamente podríamos cambiar las leyes que sí generan desigualdad o algún otro problema, si se quisieran poner de acuerdo en el Congreso. He escuchado a otros que quieren cambiar hasta la canción nacional, lo cual encuentro insólito. Una locura. Es fundamental calmar los ánimos antes de decidir cualquier proceso relevante y, espero, que en eso incidan las próximas encuestas que darán una sorpresa en cuanto a la cantidad de chilenos que están por el “Rechazo”.

EVALUACIÓN DE LIDERAZGOS

“Checho” Hirane repara en que la falta actual de liderazgos concretos se debe a que nadie quiere sacrificar su poco capital político en tiempos de funas.

“Es en estos tiempos de crisis donde se ven los verdaderos liderazgos y acá, lamentablemente, no tenemos alguien dispuesto a decidirse por medidas serias por miedo a estos grupos que te gritan en la calle o que publican el teléfono de tu domicilio. Se necesita de un líder que tenga pantalones para decir la verdad y tome acciones concretas allí donde otros están de rodillas”, señala.

A continuación, el hombre de radio define en breve algunos nombres que suenan para subirse al podio de ese liderazgo que aún brilla por su ausencia.

José Antonio Kast: “Él me parece muy decente, muy correcto y consecuente con sus ideas que, a mi juicio, son muy radicales en términos valóricos. Ideas que respeto, pero que no comparto. Como político, al menos sabes que te está diciendo lo que de verdad piensa y no le habla a la galería como otros, sin embargo, creo que él no es el hombre que el país necesita. El discurso está muy polarizado, y el representa uno de esos extremos”.

Daniel Jadue: “Creo que es una persona muy inteligente, muy preparada, pero de ideas muy equivocadas. Su partido es como una religión de creencias mitológicas y él está pegado en las ideas de los años ’60. Creer que el comunismo funciona en alguna parte del mundo es patético cuando toda la evidencia dice lo contrario. Ese conjunto de ideas anticuadas le resta todo incentivo al ser humano cuando sabes que te esfuerces cuanto te esfuerces, ganarás lo mismo que alguien que no lo hace.

Joaquín Lavín: “A mi juicio es una persona muy capacitada e inteligente, pero algo populista. No sabemos si sus muchas obras las hace para la pantalla o para la foto. Tiene a su favor hacer bien esas cosas para una comuna con muchos recursos, pero otra cosa es con guitarra cuando se trata de dirigir un país con múltiples necesidades. Sin embargo, creo que es el que más concita acuerdos”.

James Hamilton: “Respeto mucho su valentía al denunciar los abusos de Karadima, pero no lo conozco más allá de eso como para evaluarlo como un líder. Ignoro lo que piensa sobre otras distintas materias o como puede desenvolverse bajo presión. Tampoco lo he escuchado hablar en extenso sobre la contingencia como para saber lo que piensa y tampoco sé mucho sobre la naturaleza de estas apuestas de página en blanco que él propone”.

Karla Rubilar: “Ella me parece una mujer muy capacitada y elocuente. Junto al ministro Ignacio Briones (Hacienda) creo que son los grandes aciertos del último cambio de gabinete. Ambos tienen una empatía especial y eso es importante porque no solo hay que ser bueno en lo que se hace, sino ponerse en los zapatos de la gente para conectar con ellos. Ese es un valor fundamental en tiempos en que los líderes están desconectados con la ciudadanía”.
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