Revelan nuevos detalles de la muerte de Francisco Albornoz, el joven farmacéutico de 21 años, cuyo cuerpo sin vida fue arrojado por un barranco cercano al Río Tinguiririca. Los dos responsables de intentar ocultar el cadáver —un médico ecuatoriano y un chef VIP— se encuentran en prisión preventiva mientras se determina su grado de implicación en el crimen.
Las maniobras para encubrir lo sucedido salieron a la luz durante la audiencia, según consignó el medio 24 Horas, donde también se revelaron las actitudes crueles del chef, quien, según el relato del médico implicado, mostró total indolencia tras desechar el cuerpo.
La organización previa se inició tres días antes de la tragedia, cuando José Miguel Baeza (chef VIP) le informó a Christian González (médico ecuatoriano) que ya contaban con una tercera persona para un encuentro sexual; los preparativos comenzaron el viernes 23 de mayo.
El médico detalló las gestiones para la compra de droga en la misma fecha: “Kai me envió captura de pantalla de la cocaína que yo pagué y (me dice) que después él me va a pasar el dinero. El mismo día, 23 de mayo, cerca de las 21:15 horas, fui hasta Avenida Bustamante y pagué en efectivo la cocaína. Compré 4 bolsas de cocaína que equivalen a 35.000 pesos”.
Las cámaras de vigilancia captaron a Francisco conversando con el chef y, en un momento, se le vio avanzar tomado del brazo de Baeza antes de ingresar al departamento donde se produciría el encuentro.
Existió una discrepancia previa sobre el consumo de drogas, según el médico: “Recuerdo que Kai me señaló que no le dijéramos al tercer chico que íbamos a consumir drogas. Yo me molesté y le dije que no continuaría con este encuentro, sino hasta que le dijéramos al tercer chico qué es lo que se iba a consumir”.
La crisis de Francisco derivó en un intento desesperado por reanimarlo, relató González: “Le hice RCP a Francisco entre 20 a 30 minutos. Terminé muy cansado y me di cuenta de que el color de piel de Francisco había cambiado. Kai me dijo que se tenía que ir, que él no podía estar ahí”.
La respuesta del chef fue despojarse del cuerpo inmediatamente: González pidió ayuda para solicitar una ambulancia, pero Kai insistió en que debían deshacerse del cadáver, por lo que lo envolvieron con un cobertor y lo sacaron del departamento.
El recorrido para abandonar el cuerpo fue errático y sin destino claro; González condujo “por inercia” hasta que Kai sugirió dirigirse a San Fernando, a más de 140 km del punto de partida.
El plan continuó con la compra de herramientas para asegurar el ocultamiento: “Kai me dice que aún se puede ver el cuerpo desde arriba, por lo que me dice que hay que ir al Sodimac a comprar unas sogas y unos guantes”.
Las cámaras registraron su llegada a la tienda, la adquisición de los artículos y el retorno al mirador donde había sido abandonado el cuerpo.
Lejos de mostrar remordimiento, el chef mantuvo una actuación normal enviando mensajes irrelevantes por WhatsApp, según González: “Comencé a llorar. Kai me escribía por WhatsApp diciéndome algo así como, ‘te aviso cuando vaya en camino, aunque no creo que llegue, te aviso en un rato'”.