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INDH detecta hacinamiento e insalubridad en cárceles no concesionadas

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Tercer Estudio de las Condiciones Carcelarias en Chile da cuenta de la realidad de 5.417 personas que viven recluidas y que se encuentran en recintos penales no concesionados, abordando como eje principal el derecho a la integridad personal.

El Tercer Estudio de las Condiciones Carcelarias en Chile, realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), revela el estado de situación de las cárceles chilenas, según observaciones realizadas por funcionarios del organismo en visitas a 40 de las 87 cárceles chilenas. El documento, de 153 páginas –adelantado por el diario La Tercera-da cuenta de la realidad de 5.417 personas que viven recluidas y que se encuentran en recintos penales no concesionados, abordando como eje principal el derecho a la integridad personal. Según el estudio, llama la atención la falta de camas en recintos penales, tanto así que uno de cada dos hombres privados de libertad (51,3%) no tiene la posibilidad de contar con un espacio propio para dormir. En el caso de las mujeres, esta cifra es de una cada tres (35,7%). Del total de establecimientos que fueron parte del análisis, 26 no contaban con suficientes camas (cinco de ellos son recintos femeninos). En cuanto a la capacidad, 19 de 40 cárceles están por sobre su nivel, encontrándose 11 en situación crítica de ocupación. Además, cerca de un 90 % de los establecimientos presenta algún problema relacionado con las condiciones materiales en celdas, módulos o espacios comunes.

VENTANAS ROTAS O SIN VIDRIO

Se detectó que no presentan calefacción y tienen deficiencias tales como conexiones eléctricas defectuosas o peligrosas, ventanas rotas o sin vidrios, no cuentan con muebles para guardar las pertenencias personales, problemas de iluminación y de ventilación, humedad, filtraciones y falta de limpieza e higiene. Se advierte, en diversos establecimientos, que continúan existiendo plagas de insectos o roedores, lo que se relaciona directamente con las medidas de higiene del recinto y la falta de acciones preventivas. En 24 de las 40 unidades penales se aprecia algún nivel de privación de acceso al agua durante las 24 horas del día o de insuficiencia en acceso a servicios higiénicos de forma permanente. En diversas unidades los baños en encuentran en mal estado por roturas, desagües tapados, con filtraciones, humedad, o estos eran insuficientes en cantidad. Igualmente, la privacidad en el uso de inodoros y duchas es excepcional. Asimismo, el documento pone énfasis en los servicios médicos. En este sentido, da cuenta del número de profesionales de la salud disponibles en las cárceles. Según se detalla, en promedio, hay un funcionario por cada 49 presos. Sin embargo, esta cifra varía drásticamente según cada lugar. En cuanto al acceso a prestaciones de salud mental, este sigue siendo uno de los aspectos más invisibilizados y carentes.

“PAGO AL CONTADO”

Acerca de los castigos, el INDH detectó que aún se aplica en diversas unidades una sanción extrarreglamentaria denominada “pago al contado”, que consiste en la aplicación de golpes o la exigencia de realizar ejercicios físicos a cambio de no dejar consignada la falta cometida por el interno, y por ello no arriesgar una calificación de conducta que impida el acceso a algún beneficio penitenciario. Al indagar en la existencia de esta práctica, los informes la consignan en 15 unidades penales. Respecto de celdas de castigo, aislamiento o solitaria, el 45% de las 40 cárceles indican tenerlas, no obstante, en terreno se pudo advertir que hay unidades que no las tienen consignadas o recintos que, aunque aparecen con estas celdas en las estadísticas, ya no las utilizan como tales, sino –por ejemplo- como espacios de “protección” de algunos/as internos/as. A nivel de infraestructura de este tipo de celdas de castigo, en general se apreciaron malas condiciones de iluminación, falta de circulación de aire, no disponibilidad de control de la luz, falta de acceso a agua y a servicios higiénicos. En los informes se deja constancia de que en 11 de las 18 unidades que poseen estas celdas existe una falta de acceso a servicios higiénicos y agua. En 26 de los 40 establecimientos se refirió algún nivel de malos tratos. En este sentido, las personas indicaron la existencia de pagos al contado, golpes, amenazas, insultos, entre otros. En definitiva, el que muchas unidades apliquen estas prácticas lleva a concluir que existen niveles de naturalización de acciones de violencia. En 2016 y 2017 hubo cuatro fallecimientos por suicidios; y en cuanto a muertes por riñas o agresiones, se constataron cinco casos en 2016 y dos en 2017 (en todos los casos se trató de población masculina). En cuanto a sectores adecuados para ceremonias indígenas, expresamente se reporta esta posibilidad en nueve de 40 unidades. Si bien hubo ejercicio de algunas ceremonias esto no es una generalidad. La población indígena se encuentra invisibilizada y no existen políticas institucionales que ofrezcan respuestas a las necesidades propias de los pueblos originarios ni a la aplicación de las disposiciones contenidas en el convenio 169 de la OIT. Sin embargo, destaca positivamente la unidad penal de Isla de Pascua en donde algunas prácticas son consideradas, y donde incluso existen funcionarios/as que pertenecen a este pueblo. Finalmente, el INDH planteó una serie de recomendaciones al Estado para mejorar los aspectos constatados en el informe de cárceles, estas tienen que ver con corregir las condiciones y situaciones anteriormente relatadas, ya sea en el corto, mediano y largo plazo.
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