En una primera instancia se había dicho que la perforación pudo ser hecha por un micrometeorito, pero la agencia rusa Roskosmos descartó dicha hipótesis.
Rusia informó este martes que lanzó una serie verificaciones por una fuga de oxígeno constatada la semana pasada en una nave Soyuz acoplada a la Estación Espacial Internacional (ISS), la cual podría haber sido causada por una perforación intencional. “Estudiamos la versión (de un problema causado) en Tierra. Pero también hay otra versión que no descartamos, y es una interferencia deliberada en el espacio”, indicó Dmitri Rogozine, director de la agencia espacial rusa Roskosmos. “Han habido varios intentos de perforar” un hueco en la Soyuz MS-09 acoplada al segmento ruso de la ISS, agregó Rogozine al afirmar que la perforación parecía hecha por una “mano vacilante”. “¿De qué se trata? ¿De un defecto de fabricación o acto premeditado?”, afirmó Rogozine, citado por la agencia pública Ria Novosti. Rogozine había afirmado la semana pasada que la microfisura en la nave, que provocó el jueves una fuga de oxígeno y una caída de presión en la ISS pero no puso en peligro a la tripulación, se debía probablemente al impacto de un micrometeorito. “Nosotros ya descartamos la versión del meteorito”, afirmó el lunes. La fisura, situada en una parte de la nave Soyuz que no se utilizará para volver a la Tierra, fue sellada inicialmente con cinta resistente al calor, según la NASA. Una comisión rusa fue creada para identificar a los responsables, mientras que todas las naves Soyuz y Progress serán examinadas, según una fuente del sector espacial ruso citada por Ria Novosti. Los problemas técnicos y de funcionamiento no son extraños a bordo de la ISS y la mayoría de las veces no representan un peligro real para la tripulación. A bordo de la ISS se hallan desde el 21 de marzo los astronautas norteamericanos Drew Feustel y Richard Arnold y el cosmonauta ruso Oleg Artemiev. A ellos se sumaron el 8 de junio el ruso Sergueï Prokopiev, la estadounidense Serena Auñón-Chancellor y el alemán Alexander Gerst. La Estación Espacial Internacional es uno de los raros ejemplos de la cooperación entre Rusia y Estados Unidos en un contexto de tensiones sin precedentes desde la Guerra Fría.